giovedì 31 gennaio 2013

La dispositio textus

Una vez reconstruido el texto del arquetipo, seleccionadas las variantes sustantivas y enmendados los errores, el editor tiene que presentar ese texto.

El primer problema es la elección de las variantes formales (gráficas, fonéticas y morfológicas) en la presentación linguística y gramatical del texto. Si se trata de codex unicus no hay nignuna duda (salvo en el Auto de los Reyes Magos que presenta graves problemas al editor por su plurilinguismo).

Cuando se trata de una tradición de varios testimonios, es preciso proceder a una elección entre ellos. Con las obras clásicas latinas hay una presentación gráfica y fonñetica estandard debido a la relativa modernidad de los testimonios.

Con los textos en lenguas vulgares hay que decidirse por el mejor testimonio, o sea el que sabemos más próximo al original según el stemma, o el más cercano al autor. Cuando se trata de textos impresos se suele optar por la primera edición, la editio princeps.

Hay que tener en cuenta que un copista tenderá a respetar la sustancia de un texto, pero no la forma, entonces hay que recurrir al testimonio considerado mejor y más próximo a los usos linguísticos del autor por el conocimiento de la tradición, puesto que el stemma solo nos permite reconstruir los hechos sustanciales pero no los formales.

Ese testimonio real que elegimos es el texto base de la edición.


Para W.W.Greg, teórico del copy-text (el texto que un editor elige como fundamento de su propio trabajo) si de los varios testimonios conocemos bien su filiación sucesiva, la elección recaerá en el más antiguo, pero cuando existen varios, habrá que elegirlo por otras razones (conocimiento de la tradición, valoración intrínseca de los testimonios sobre la base de los errores evidentes o juicio sobre las lecciones singulares, etc...).

En obras impresas de los siglos XVI y XVII se toma como texto base el de la primera edición que, dada la inestabilidad gráfica de la época, ofrecerá la versión más próxima a la del autor. 

Una vez adoptado el texto base, el editor ha de pasar a establecer las grafías del texto. Cuando se trata de editar obras medievales o del Siglo de Oro, respetará su grafía, e introducirá unas modificaciones: 
- eliminación de la alternancia gráfica u/v o i/y/j, decidiendo emplear sólo los primeros para fonemas vocálicos y los segundos para los consonánticos.
- reducirá a simples las consonantes iniciales dobles sin valor fonológico: ff-, rr-, ss-
- resolverá las abreviaturas: q = que; d = dios; puado = privado, etc...

Hay un debate muy activo entre la modernización y la conservación gráfica, especialmente para textos del Siglo de Oro:
- en la separación de las palabras
- la preposición que más se contrae el la de (el editor a veces utiliza el apóstrofo)
- suelen unirse, en las ediciones modernas, los pronombres enclíticos, separados en las antiguas
- la acentuación es moderna, así como la puntuación.

Por lo que concierne los rasgos lingüísticos, es evidente que cuando un autor reproduce intencionadamente formas dialectales, hablas particulares o jergas lingüísticas, hay que mantenerlas en la edición de la obra. No es lo mismo si este colorido lingüístico fue introducido por un copista.

Como signos especiales de presentación gráfica del texto se utilizan:
- < > paréntesis angulares: las utilizan los filólogos clásicos para indicar adiciones de letras, sílabas o palabras, con el fin de llenar lagunas conjeturales;
- [ ] paréntesis cuadrados o corchetes: los emplean los romanistas para los casos de adiciones al texto; a veces, en filología clásica, indican probables lagunas del texto  producidas por daño mecánico;
- la letra cursiva o el ( ) paréntesis redondo indica el desarrollo de las abreviaturas;
- un * asterisco o cruz señala aquellos lugares que no ha sido posible restaurar por conjetura;
- se suele emplear un punto por cada letra que resulta ilegible, y una línea de puntos entre corchetes [...] para  indicar una amplia laguna en el texto.






La constitutio textus

Se trata de una operación en dos fases, la emendatio (enmienda de errores) y la selectio (selección de lecciones y variantes).

La selectio supone un reconocimiento de la prevalencia de unas variantes sobre otras, y la enmienda de aquellas variantes menos válidas (emendatio ope codicum).

La emendatio propiamente dicha, en cambio, es la enmienda de errores, y solo puede ser ope ingenii, o sea conjetural sin base testimonial.




SELECTIO O ELECCIÓN DE VARIANTES

En la constitución del texto hay que atender especialmente a las lecciones divergentes, a las variantes. Dos son los métodos utilizados:
- elección mecánica: la podemos utilizar cuando no hay contaminaciones, cuando los testimonios han derivado sus ascendientes por línea vertical. Es no arbitraria ni subjetiva, y se consigue mediante la aplicación de la ley de la mayoría entre los descendientes de cada arquetipo o subarquetipo (p. 98-101).
- elecciones no mecánicas: cuando nos es posible la otra, el editor se apela a su propio iudicium, y puede recurrir a unos criterios sustitutorios, los más importantes de los cuales son el usus scribendi (consiste en adoptar la lección que mejor se ajusta al estilo del autor y de la época), y la lectio difficilior (elige la variante que encierra una mayor dificultad léxica y gramatical y rechaza la más fácil y trivial).


EMENDATIO

Mediante esta operación se corrigen los errores conjuntivos que ha revelado la confrontación de testimonios y que han dado lugar al stemma, ya que ellos solos no pueden derivar del original. 

Hay que corregirse también los errores que nos revele una atenta examinatio del texto, verdaderas enmiendas conjeturales exclusivamente ope ingenii por parte del editor.

Otras enmiendas sarén de carácter paleográfico (errores de escritura) o de indicación de la lagunas detectadas. En el caso de lugares (palabras o frases) imposibles de restaurar, se los indica mediante un asterisco o cruz, que recibe el nombre de cruz desperationis.


La recensio

La recensio se estructura en distintos pasajes:

la relación de testimonios

la colación de variantes

la localización de errores

la construcción del stemma

la eliminatio codicum descriptorum 




RELACIÓN DE TESTIMONIOS

Para una relación lo más completa posible hay que tener en cuenta no sólo los testimonios completos, sino también los fragmentarios e indirectos, los que hemos perdido bien porque fuerion destruidos en el pasado bien porque se encuentran en paradero desconocido.

Para que sea exhaustiva hay que registrar los testimonios conocidos y relacionados con ediciones críticas precedentes, pero también hay que atender a las fuentes de información bibliográfica, como los catálogos de manuscritos y de impresos de las distintas bibliotecas. Para la literatura española puede acudirse a bibliografías generales, catálogos de bibliotecas e inventarios de manuscritos, catálogos de incunables, historias de la imprenta.

De cada testimonio hay que ofrecer una amplia descripción bibliográfica, y una clara descripción de las características externas (cuando es manuscrito, si está copiado en pergamino o en papel, el tipo de letra y su época, el número de folios; si se trata de impreso hay que transcribir su portada y su colofón, y registrar el autor, el título, el lugar, el taller y la fecha de impresión, etc...) así como de su contenido (hay que señalar si está toda la obra, si falta algún folio, si contiene otras obras, etc...). También hay que indicar el lugar y la biblioteca en la que se halla el manuscrito o impreso, al igual que la signatura con la que allí se localiza.

Para esa descripción, lo recomendable es la consulta directa de cada uno de los testimonios en su respectiva biblioteca, pero también se puede recurrir a modernos medios de reproducción (con cuidado).

A cada uno de los testimonios relacionados se le asigna una sigla (tradicionalmente las letras mayúsculas del alfabeto). Hoy suele utilizarse un sistema tropológico (letras + números): el testimonio suele ser identificado con la letra inicial del lugar donde se conserva (M Madrid) y con la de la biblioteca (N Nacional) y un exponente numérico, si son varios los que proceden de esa misma biblioteca.

Muchas veces las siglas son ya asignadas por la práctica crítica precedente. Para no perderse Brian Dutton, en su Catálogo-Índice de la Poesía Cancioneril del Siglo XV, Madison, 1982, puso un orden aceptado por los investigadores:
LB2 Londres, British Library, Add. 33382 "Cancionero de Herberay des Essarts"
MH1 Madrid, Real Academia de la Historia, 2-7-2 ms.2 "Cancionero de Gallardo" o "de San Román"
PN1 París, Bibliothèque Nationale, Esp.37 "Cancionero de Baena"
SA7 Salamanca, Biblioteca Universitaria, ms.2653 "Cancionero de Palacio".

En el caso de impresos, las letras pueden ser las iniciales del título y el número el año de impresión (CG11 es Cancionero General de 1511).


COLACIÓN DE VARIANTES

Para llevar a cabo el cotejo de unos testimonios con otros y realizar la colación de variantes (collatio: fase preparatoria de la edición crítica que sigue a la recensio) hay que elegir entre ellos uno que sea utilizado como texto base o texto de colación. Éste puede ser una buena edición moderna, o el mejor manuscrito o impreso conservado, o el más completo, el más antiguo, o de la edición más difundida, etc...

Sobre este texto base hay que realizar el cotejo de todos los testimonios para proceder al registro de sus variantes, sobretodo las de sustancia (como el cambio de una palabra por otra) que son las que valen para la filiación de testimonios, dejando al lado las de forma.

Con pocos testimonios, el registro de las variantes puede hacerse en los márgenes de la copia del texto base. Con muchos es mejor utilizar fichas o folios aparte copiando, en la parte superior de estos, un breve fragmento de texto con sus indicaciones (estrofa, verso, capítulo, párrafo, línea, etc...).. En distintos renglones sucesivos se irán registrando las variantes de cada uno de los testimonios, precedidas de su correspondiente sigla. Para mayor claridad conviene indicar también las palabras que preceden y siguen. Si se indica una omisión se utiliza om. precedida de las palabras omitidas y seguida de la sigla del testimonio.

Una vez colacionados todos los testimonios y comprobadas convergencias y divergencias  hay que proceder a su clasificación y valoración. Es preciso, a tal fin, seleccionar los verdaderos loci critici, que son los errores, ya que solo los errores comunes y ciertos son válidos a la hora de establecer la filiación y clasificación de los testimonios. Tampoco puede ser un error poligenético (error en el que han podido incurrir de manera independiente distintos copistas).

Tampoco hay que pensar que la crítica textual se vertebre sobre el culto al error, pero éstos son imprescindibles a la hora de reconstruir el texto originario. Y, sin embargo, no resulta indispensable conocer el texto original para detectar los errores.


LOCALIZACIÓN DE ERRORES

No es nada fácil detectarlos, pero sí hay indicios. Son errores:
- palabras o frases contrarias a la lógica o al sentido del texto
- palabras o formas gramaticales que transgredan las leyes de la lengua que él utilizaba
- eliminaciones de rasgos de estilo típicos del autor
- lagunas en el texto que suponen una grave alteración de sentido

Una vez detectados los errores significativos y evidentes, estos nos servirán:
- para demostrar la independencia de un testimonio respecto de otro (si hay al menos un erros en A y no en B - errores separativos)
- para poner de manifiesto la relación entre dos o más testimonios frente a otro u otros (hay al menos un error común en B y C y no en A - errores conjuntivos)
- para revelarnos que todos los testimonios descienden de un antecedente común, distinto del original, el arquetipo (los errores conjuntivos denuncian la existencia de un ascendiente único y perdido del que todos los testimonios han derivado)


CONSTRUCCIÓN DEL STEMMA

Los errores-guía son los que nos conducen a diseñar el árbol genealógico (stemma codicum) que forman los distintos testimonios.

El stemma es un gráfico que representa la filiación, relaciones y agrupamientos entre los distintos testimonios, las cuales remiten directamente al original o a un ascendiente común (codex interpositus entre el original y las copias conservadas). Éste puede ser el arquetipo (si agrupa a todos los testimonios) o el subarquetipo( si solo agrupa a unos de ellos).

La sigla del arquetipo es la "omega" o una x, las de los subarquetipos son las letras del alfabeto griego o las minúsculas latinas. Los testimonios utilizan las mayúsculas latinas.

Como el stemma posee la utilidad práctica de guiarnos en las operaciones de la restitutio textus y de la emendatio, constituye el verdadero canon del editor.

En su configuración pueden ocurrir distintos casos:
- stemma con dos testimonios (p. 91)
- stemma con tres o más testimonios (p. 92)


ELIMINATIO CODICUM DESCRIPTORUM

En la recensio se puede descubrir que algunos testimonios son puras copias de otros sin que aporten nada nuevo. A esos testimonios se les llama codices descripti, y al proceso de eliminación eliminatio codices descriptorum (p. 94).


CONTAMINACIÓN

Tamnién podemos descubrir que el copista ha enmendado el texto de su ejemplar con otro u otros ejemplares que pertenecían a otra rama de la tradición distinta de la del modelo del que copiaba. Este fenómeno, contra el cual no hay remedio, se llama contaminación y produce una transimión horizontal representada en el stemma mediante líneas discontinuas. Se trata de un fenómeno frecuente en los grandes scriptoria medievales, donde se disponía de varios ejemplares de las obras. Muchos presentan variantes interlineares y marginales, y serían una especie de compilación de variantes, una editio variorum.

La contaminación puede falsear con facilidad la filiación de los testimonios, e impedir la aplicación del método mecánico de la selección de variantes. En tal caso hay que recurrir a los criterios del usus scribendi y de la lectio difficilior (problema estudiado por Cesare Segre, 1961).


La edición crítica del texto



Requiere al menos tres operaciones sucesivas:

la recensio tiene como fin determinar la filiación, o las filiaciones, que se dan entre los testimonios

la constitutio textus es una fase más pragmática, que tiene como fin dar un texto crítico concreto a los lectores

la dispositio textus es la presentación última de un texto con unas determinadas características gráficas y tipográficas y la organización de un aparato crítico

mercoledì 30 gennaio 2013

Edición/ediciones



El objetivo último de la crítica textual es la edición de la obra. ¿Cuáles son las distintas ediciones posibles?

diplomática: es una transcripción del texto antiguo con los modernos caracteres de imprenta y composición tipográfica. Se respetan las particularidades del manuscrito y se reproducen, sin corregirlos, todos los errores. El editor se limita a marcar el final de las líneas y de los folios del original y a introducir la puntuación, los signos diacríticos, la separación de palabras y las mayúsculas.

interpretativa: una diplomatica a la cual se han hecho demasiadas modificaciones.

facsimilar: reproducción fotográfica del texto (nunca es recomendable fiarse ciegamente).

sinóptica: reproducción simultánea de la transcripción diplomática de todos los testimonios de la tradición de una obra.

crítica: la que tiene por objeto la reconstrucción del original o el texto más próximo a éste. 

La edición crítica puede plantear dos situaciones:

- hay un solo testimonio (codex unicus), algo que ocurre abitualmente con textos de la Edad Media (el Cantar de Mio Cid, el Auto de los Reyes Magos, poemas juglarescos, libros de clerecía, etc...). En casos como estos es fundamental la pericia del editor y su conocimiento del usus scribendi del autor, de las peculiaridades de la tradición y de las características de su época. Será imposible completar graves lagunas de texto, pero sí podrán aventurarse hipótesis sobre las pequeñas (como hizo Menéndez Pidal reconstruyendo numerosísimas lecciones en el Cantar de Mio Cid). Editar el Auto de los Reyes Magos, por ejemplo, es problemático por la situación plurilingüe en la que fue escrito. En estos casos lo más prudente es las edición diplomática o semidiplomática de la obra.

- hay varios testimonios (codices plurimi), la situación más probable. En estos casos, tras la época lachmanniana, resultan anticuados unos criterios de elección, como el codex optimus o "buen manuscrito", concepto impreciso utilizado también por Bédier, muchas veces identificado con el codex vetustissimus (aunque recentiores non deteriores, más recientes no quiere decir peores). El criterio de los codices plurimi supone la elección de las lecciones de texto en función de su presencia en un mayor número de testimonios. Se trata de un criterio puramente probabilistico, pero que induce al error ya que muchas veces el mayor número de testimonios deriva de un solo arquetipo. El criterio debe ser mejorado con la aplicación de la "ley de mayoría" tras el establecimiento del stemma codicum.

Por textus receptus se entiende el más divulgado y aceptado, sin atender a la calidad de sus lecciones y solo avalado por la tradición, que ha terminado imponiendo esa edición en vulgata.

La gran novedad del método lachmanniano fue la no aceptación de ningún testimonio concreto, sino la reconstrucción del arquetipo de que aquéllos habían salido. Esta operación se efectua a través de la recensio sine interpretatione, que procedía a la reconstrucción del arquetipo mediante la corrección de errores (emendatio) y la selección de variantes (selectio).

La tradición impresa




El conjunto de testimonios constituye la tradición textual de una obra. Los testimonios no son meros portadores de errores, sino que son indivíduos históricos, con una específica fisionomía cultural y portadores de datos muy elocuentes sobre los textos.

Vittore Branca, hablando de Boccaccio, introdujo la distinción entre tradición caracterizada (examen de los testimonios únicamente en función del texto crítico) y caracterizante (estudio de las vías y de los modos particulares a través de loas cuales se desarrolló la producción y la circulación de los textos de cada obra). Este estudio es valioso sobretodo si aplicado a los textos de la filología romance, y no por los de la antiguedad griegolatina, para los cuales se inventó el método lachmanniano.

A. Várvaro estableció las diferencias entre la tradición textual clásica (quiescente) y romance (activa). En la primera, con mucha distancia entre el arquetipo hasta las copias humanísticas, poco densa, de ambientes cerrados, de profesionales, el copista mantenía una actitud de respeto, y siempre ejecutaba una restauración conservadora. En la segunda, en cambio, una mínima distancia separa el original del arquetipo, las copias vienen de scriptoria no profesionales, y casi siempre son anteriores a la consolidación de una vulgata. Aquí el copista recrea el texto considerándolo actual y "abierto", e introduce innovaciones que tienden a hacerlo más contemporáneo.

Tendemos a pensare que, mientras el manuscrito es único, el impreso se multiplica en numerosos, idénticos ejemplares. No obstante, la crítica textual americana ha notado que los ejemplares que constituyen una edición no son idénticos. Esto pasa sobretodo en los primeros tiempos de la imprenta, hasta el siglo XVIII.

Jaime Moll ha estudiado las circunstancias en las que se produce el libro español en el Siglo de Oro, analizando la pragmática de 1558, según la cual el libro debía ser presentado al Consejo der Castilla para obtener la licencia de publicación; una vez impreso, sin la portada, debía ser cotejado por el corrector oficial con el texto antes presentado, y el Consejo aprobaba el precio de venta de cada pliego; por último, se imprimían la portada y preliminares, en los que debían figurar: la licencia, la tasa, el privilegio, el nombre del autor y del impresor (y, a partir del 1627, también el año de impresión).

Un caso característico es el de la doble edición de la obras de Shakespeare (los volúmenes in-quarto [Q] de la época isabelina y las obras completas in-folio [F] de 1623), estudiadas por Walter W. Greg, la publicación de las cuales se realizó probablemente sin la supervisión del autor y a partir de los manuscritos que usaban las compañías teatrales, adaptados como guiones. 

Editar el teatro del Siglo de Oro presenta también graves problemas críticos. Paradigmático es el caso de las comedias de Lope de Vega, de unas cuarenta de las cuales conservamos el manuscrito autógrafo. Él mismo las vendía a los directores de compañía, que introducían cambios y alteraciones para después, a su vez, venderlas a los editores sin que el autor revisara los manuscritos para la imprenta ni corrigiera las pruebas. De ahí los textos pasaban a publicarse en las Partes de comedias, cada una de las cuales estaba constituida por doce piezas. Las 25 Partes de Lope fueron publicadas entre 1604 y 1647.
La vida es sueño, en cambio, presenta una doble redacción, la primera compuesta hacia 1631 y vendida a un autor de comedias de Zaragoza, que la imprimirá en 1636, y la segunda es una edición reelaborada por el propio Calderón en 1636 e impresa en Madrid.

Significativo es el caso de los libros de caballería, cuya tradición impresa se bloqueó a finales del XVI y principios del XVII, hecho que comporta que algunos, posteriores, se hallen solo en manuscrito. Lo que sí se mantiene es la reedición de los textos consagrados (Amadís de Gaula y Amadís de Grecia).

Errores y variantes

Scribere qui nescit nullum putat esse laborem; 

tres digiti scribunt, totum corpusque laborat.

El territorio de la copia es también el del error. Las causas pueden ser externas al acto de escritura, pero sobretodo internas. 
 
Unos errores son hijos del largo y laborioso proceso de copia del manuscrito, que era acto pesado y fatigoso, sobretodo en la Edad Media. Se realizaba en una postura incómoda durante muchas horas, en ocasiones distribuyendo el original en cuadernos o fascículos y repartiéndolo entre varioso copistas (pecia). Este método de copia colectiva se utilizaba sobretodo en las universidades y estaba supervisado por apositos comisarios llamados petarii.
Una vez copiado, el texto era revisado por el copista y/o por el director del taller o scriptorium, quienes introducían las corecciones. Luego se rubricaban los títulos y encabezamientos, muchas veces con miniaturas.
Después venía la encuadernación. Se copiaba sobre pliegos doblados dispuestos en cuadernos (bino el de cuatro folios; ternio el de seis; quaternio el de ocho, etc...) que luegon se cosían por la parte del pliegue.

Otros errores derivan del acto de escritura, en el que se producen cuatro operaciones distintas: la lectura del modelo, la memorización del texto, el dictado interior y la ejecución manual. La dificultad de desciframiento de lo que se copia, con confusión de números por letras, o de abreviaturas o signos, provoca errores de lectura. Descuidos del copista, errores mnemónicos o hasta el cansancio pueden interferir también (como en el Laberinto de Fortuna, con numerosos catalanismos).


ERRORES TEXTUALES

por adición 
duplografía - consiste en la repetición de letras o sílabas iguales en palabras próximas del texto (desaramparado por desamparado)

por omisión
haplografía - consiste en la omisión de una letra, una sílaba o una palabra, debido a la semejanza que se produce con la letra, sílaba o palabra contiguas (esto es gran mavila por maravila)
homoioteleuton o salto de igual a iguial - omisión de un grupo de palabras o de un fragmento de texto

por alteración (o cambio de orden) - cuando el copista cambia el orden de algún elemento gramatical produciendo transposiciones de sílabas, palabras o frases (en las Coplas de Jorge Manrique los vv. 379-380 invierten su orden en la mayoría de los testimonios)

por sostitución - el copista cambia una palabra por otra, porque no la entiende o porque la interpreta por su cuenta (de mármol de Faro por de Paro)

Muchas de estas alteraciones no parecen errores verdaderos sino lecciones originales. En este caso se habla de variantes (lecciones diferentes de un determinado lugar del texto que ofrecen unos testimonios frente a otros) adiáforas o neutras. Solo la pericia del editor, bien por elección mecánica tras la colación de testimonios, bien apelando a criterios no mecánicos como el usus scribendi o la lectio difficilior, puede detectarlas y seleccionarlas. Textos como el de las Coplas, de Jorge Manrique, o el Laberinto de Fortuna, de Juan de Mena, están plagados de variantes neutras.

El error poligenético es el que, aún repitiendose idéntico en varias copias, puede haberse producido de manera independiente por diferentes copistas en circumstancias distintas de espacio y de tiempo.
El error monogenético, en cambio, es el que, reproducido igual en varias copias, posee sin embargo tales características que hacen practicamente imposible que un copista lo haya cometido por su propia cuenta. En consecuencia, los poligenéticos no ponen necesariamente en relación unos testimonios con otros, mientras el monogenético sí asegura la filiación de los testimonios en los que aparece.

La última tipología de error consiste en las variantes da autor, modificaciones introducidas por el autor en el texto de una obra de la que se han extraído ya copias, o simplemente correcciones del autor en una nueva fase redaccional de su obra. Este fenómeno fue atendido por Giorgio Pasquali en su "filología de autor", y es bastante frecuente en la tradición textual de las obras modernas (los poetas puros como Stephane Mallarmé y Paul Valery en Francia, o Juan Ramón Jiménez  y Jorge Guillén en España) aunque no se limite a ellas. Lanfranco Caretti ha estudiado el fenómeno en las obras de Petrarca, Boccaccio, Ariosto, Tasso, Alfieri y Manzoni. Está igualmente bien documentado en el Siglo de Oro español (las Soledades de Góngora han tenido hasta siete redacciones) y el la literatura de la Edad Media (don Juan Manuel, el Marqués de Santillana o Juan de Mena son más reflexivos con su obra, y la misma Celestina tiene una doble redacción en la Comedia en 16 actos y en la Tragicomedia en 21).

Para no perderse entre dobles redacciones, L. Caretti propuso un doble aparato crítico (sección que contiene la relación de variantes no acogidas en el texto, solitamente a pié de página en la edición crítica): sincrónico, que recogería las variantes que no representan intervención alternativa del escritor, y diacrónico, que daría cabida a las variantes de autor, ordenadas cronológicamente.


martedì 29 gennaio 2013

La transmisión (del texto)


Un poco de terminología del fascinante mundo de la edición de textos:

original: el texto de una obra tal como la escribió el autor (a veces no existe: Jorge Guillén hizo varias copias de su puño y letra, y la obra de Gil Vicente fue editada por su hijo.

autógrafo: original escrito de la propia mano del autor ( a veces no existe, p.ej Le divisament du monde de Marco Polo - Il Milione - dictado a Rustichello da Pisa en 1298).

idiógrafo: original supervisado por el autor, aunque no escrito de su propia mano (el Cancionero de Petrarca, transcrito por Giovanni Malpaghini; Cancionero del Marqués de Santillana de la Biblioteca Universitaria de Salamanca, supervisado por el propio don Íñigo López de Mendoza; el Cancionero de Gómez Manrique en la Real Biblioteca).

apógrafo: la primera copia sacada del original.

antígrafo (o ejemplar): la copia de la que a su vez se ha extraído otra copia.

editio princeps: primera edición impresa de un texto.

vulgata: la edición más difundida y aceptada de una obra, aunque no la más satisfactoria.


Como lo normal es que el original se haya perdido, hace falta otro léxico específico:

testimonio: cada una de las copias de la tradición textual, manuscrita o impresa, de una obra.

lección: un determinado pasaje o lugar del texto que nos es transmitido por uno cualquiera de esos testimonios.

tradición: el conjunto de testimonios en la tradición de una obra; t. directa es formada por los testimonios en sí mismos; tradición indirecta es la constituida por eventuales traducciones, citas o glosas de la obra (La Celestina cuya primera traducción al italiano de 1506 es un importante testimonio con lecciones fundamentales).






lunedì 28 gennaio 2013

Edición de textos

Editar, editar bien, es un acto de cultura, de convicción y creencia en unos valores culturales. Y, por tanto, un acto político.




Si la filología es la ciencia que se ocupa de la conservación, restauración y presentación editorial de los textos, la crítica textual (o ecdótica) es su disciplina principal. Su finalidad es conducirnos al texto más auténtico y verdadero salido de manos del autor. 

A lo largo de la historia, la recuperación de textos ha sido preocupación de los pueblos más civilizados, conscientes de su legado cultural y de la necesidad de preservarlo. Tal necesidad fue sentida ya en época helenística, en el siglo III a.C., cuando los gramáticos alejandrinos trataron de recuperar los textos de la antigua poesía homérica y redactarlos en su forma definitiva.

A partir de su ejemplo, la edición de textos conoció momentos de gran esplendor con los Humanistas del siglo XV-XVI. Frente a la práctica de editar a partir de la edición más reciente, propusieron la búsqueda de los codices vetustiores y la corrección de la vulgata mediante el iudicium y la emendatio ope codicum. Angelo Poliziano (Miscellanea), Poggio Bracciolini (Quintiliano y Cicerón), Coluccio Salutati (Cartas a Lucilio de Séneca y Ciudad de Dios de San Agustín) y Lorenzo Valla (Constitutum Constantini) los nombres más destacados.

Fue en el siglo XIX cuando el filólogo Karl Lachmann (Lucrecio, Berlín, 1850) renovó el método de la reconstrucción y autentificación de los textos. Tres las operaciones: la recensio (recogida de testimonios, colación y determinación de relaciones para crear el stemma), la emendatio (reconstrucción del arquetipo mediante enmienda de errores y selección de variantes) y la constitutio textum (pasar al probable original mediante la divinatio, restauración del texto basada en el usus scribendi y en el iudicium del editor).

Crítico con Lachmann fue su discípulo Josep Bédier (La Chanson de Roland sobre el Códice Oxford, 1921) quien observó que las ramificaciónes más complejas se reducían siempre a una estructura binaria, quedando anulada la validez de la ley de la mayoría aplicada por Lachmann. Para evitar el problema, propone volver al bon manuscrit.

En los años '30 del siglo XX surge en Italia una Nueva Filología que quería combinar el rigor estematico con el estudio de la historia de la tradición de lo textos, individualizando así cada problema. Giorgio Pascali en Storia della tradizione e critica del testo (1934) introdujo el estudio de las variantes de autor y Michele Barbi en La nuova filologia e l'edizione dei nostri scrittori da Dante a Manzoni (1938) subraya la diferencia entre los procesos de producción y de transmisión de textos de las obras medievales y las de la antiguedad grecolatina. Entre los filólogos Gianfranco Contini, Cesare Segre, Arturo Roncaglia, Alberto Várvaro, Gianfranco Folena (Dante) y Vittore Branca (Boccaccio).

En Inglaterra el estudio de las obras de Shakespeare condujo al desarrollo de una filología en lengua vulgar aplicada a los textos impresos. Alcanzó gran difusión el método genealógico del copy-text o texto base de Walter W. Greg. Este texto, normalmente la princeps, será elegido para la edición crítica.

La Escuela de Filología Española de Ramón Menéndez Pidal realizó numerosos trabajos de textos de la Edad Media y del Siglo de Oro. El Auto de los Reyes Magos, el Cantar del Cid, los Infantes de Lara son algunas de las ediciones realizadas por esta nueva generación de filólogos (Rafael Lapesa, José Manuel Blecua, Emilio Alarcos, Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar y Diego Catalán), sin hablar del Romancero, de la historiografía, hasta llegar al Lazarillo del Tormes y al Libro de buen amor. Frutos de esta labor son el SECRIT (Seminario de Edición y Crítica Textual) organizado en Buenos Aires por Germán Orduna y la revista Incipit

En los últimos años se está produciendo una renovación en la edición de textos, orientada sobre dos líneas principales: la individualización de los problemas y el estudio de la imprenta. Si el primer caso dio lugar en Italia a la filología de autor y en Francia a la crítica genética, en el segundo los frutos fueron el  Archivo Digital de Manuscritos y Textos Españoles (ADMYTE 1992) y el Medieval Spanish Seminary de la Universidad de Wisconsin, de Kasten y Nitti, que ha publicado las concordancias de casi un centenar de obras medievales españolas. La Biblioteca Nacional y su catálogo Ariadna, la Biblioteca Nacional de París y su servidor Gallica, el Cervantes Virtual y la RAE, además de Universidades, Residencias de estudiantes e instituciones, ofrecen mucha información sobre temas filológicos a través de la red.